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La Orestiada

Obra: La Orestiada
Autor: Esquilo
Dirección: Michael Thalheimer

TEATRO // CERVANTINO

En una atmósfera que muchos considerarían, generalmente, alternativa incluso hasta ofensiva, La Orestiada –obra con una adaptación alemana de Michael Thalhaimer– presenta la clásica obra de Esquilo, pero con una resignificación que le da un vuelco total a la historia original.

Así, se presentó el Deustches Theater en la Sala Julio Castillo el pasado martes tras una invitación ofrecida por el Goethe Institut Mexiko (además de su futura representación en el Festival Internacional Cervantino). La representación teatral, adaptada por Michael Thalhaimer reducida a 100 minutos se focalizó en un elemento del hombre moderno en relación a su construcción personal con la fuerza divina.

Uno de los ámbitos más tratados en la puesta en escena, fue justamente el hecho de que los seres humanos tienden a dejar las vías de su futuro en manos del destino. Factor, que en orden a la resignificación de la obra el hombre moderno ya no presenta en gran medida.

Así, la obra se desenvuelve en una atmósfera plagada de sangre como un elemento conceptual del sufrimiento que traslada el énfasis hacia las consecuencias que conlleva nuestro destino. Por tanto, la puesta en escena lleva gradualmente al espectador a una reflexión que lo trata de hacer consciente de esta pasividad por la cual alguna vez nuestros actos se vieron inmersos. Es decir, que precisamente esta provocación se convierta en un punto clave para analizar nuestros actos como una forma de tomar una autonomía y responsabilidad ante ellos.

En este sentido, la obra culmina con un grito en el que Orestes, uno de los personajes centrales, implora a los dioses una respuesta ante los actos que cometió y sobre lo que vendrá. Evidentemente, los dioses no le responden y este hecho internaliza la forma en la que la mayoría de las decisiones que toman los seres humanos las determinan con base en una presupuesta alegoría divina.

Sin lugar a duda, una obra que enaltece las fibras más sensibles del espectador con miras a la reflexión sobre la determinación propia del destino.

Atte.
Andrés Villa
Kiosko

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